Las expectativas con la que una pareja entra al matrimonio pueden generar discordias, desilusión y hasta frustración si no se miden desde la perspectiva correcta.
Intente leer este artículo mientras lleva la revista a la altura de su nariz y la hace chocar con ella, ¿cree poder hacerlo? Por supuesto que no. Ahora intente dejarla abierta en la mesa, mientras usted retrocede tres pasos hacia atrás, ¿podrá leerla ahora? Imagino que no. Como verá, se requiere tenerla a una distancia adecuada para poder leerla, de la misma forma si no estamos atentos a la medida de nuestras expectativas, podemos distorsionar la realidad o verla demasiada alejada para esperarla y frustrarnos por ello.
Cada persona que se casa entra en la relación matrimonial con expectativas, es decir: con la esperanza de recibir algo de su pareja. Las mismas pueden ser reales o exageradas y provienen de fuentes tales como: padres, valores culturales, sociedad, libros, oradores o incluso nuestras propias ideas de lo que está bien esperar. Van desde esperar que nuestro cónyuge nunca falle, hasta querer ver su esfuerzo continuo por hacernos feliz o satisfacer cada una de nuestras necesidades, que al no cumplirse, terminan en decepción.
Esperanzas con Sentido
Por ejemplo, si una esposa espera que su esposo llore con ella cuando se sienta mal, que limpie la casa o cocine sin ella pedírselo, o que cada noche al llegar a casa le traiga flores o chocolates sin avisar, es probable que viva desilusionada de haberse casado con un hombre que “no sabe valorarla”. De igual forma si un esposo espera que su esposa le tenga la comida caliente y servida en la mesa al llegar del trabajo y no le hable nada mientras ve televisión, o incluso que su rutina sexual sea por lo menos de 7 días a la semana y de formas muy variadas; es probable que también caiga en una desilusión que lo lleve directamente a la frustración por tener una mujer que “no sabe ser mujer”.
Cuando mantenemos expectativas realistas y aceptables, nos evitamos la frustración de esperar algo que pudiera ser imposible de cumplirse. Hable con su pareja acerca de sus expectativas, permita que sean conocidas por su pareja para así darle la libertad de evaluar si puede cumplirlas o no, y acepte su opinión, lo mismo hará él o ella con usted, lo más importante es que ambos ya conocerán lo que esperan el uno del otro y cuando llegue la oportunidad de cumplirlo, hasta podrían sorprenderse mutuamente. No suponga que él o ella ya lo sabe: pregúntele, pídaselo, propóngalo, háblelo, nada de ello le quitará el romance al recibir el cumplido.
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